Recuerdo haber oído comentar a Cristóbal Briceño que la idea para Séptimo Cielo surgió de una noticia que vio junto a su abuela, esta narraba la muerte de un niño causada por el golpe de una silla, que le dejo caer uno de sus compañeros en su cabeza. La historia en si misma resulta muy triste pero Ases Falsos logran incorporarle una ternura particular que provoca recrear la historia en nuestras cabezas y sentir todo el drama que debieron haber sufrido madre e hijo. “Con mi mamá / Fuimos en taxi al consultorio pero yo / Me quedé dormido en sus brazos de algodón / Nunca desperté”. El haber comenzado de manera desordenada con la reseña responde al intento de mostrar lo trabajadas que pueden llegar a ser las canciones en Juventud Americana, nada les falta y nada les sobra, cada composición cuenta una historia en particular, con una o varias interpretaciones.
Conforme avanza Juventud Americana y sin querer sonar demasiado cursi, el toque que lo hace realmente especial, es la capacidad de ponerse en el lugar de cualquiera, de crear una empatía autentica e inmediata, los mejores discos de la vida son los que parecen haber sido hechos especialmente para uno, los que describen tu pasado o acompañan el desarrollo de tu presente, esos viajes infinitos que luego se convierten en constantes a los que siempre volveremos, en este sentido, Fuerza Especial tiene que ser una de las mejores composiciones que la música en español nos ha regalado. Tengo entendido que la banda se conoció en la Facultad de Periodismo de la Universidad Católica de Chile, quizás en algún universo alterno exista un Cristóbal y compañía cumpliendo la labor de reporteros, pero no en este, en este él ha decidido dedicarse de lleno a la música, impulsado por fuerzas invisibles e inagotables, unas fuerzas especiales que lo empujaron a escalar hacia sus sueños (sí, esa palabra que suena tan rara para algunos). Es que cuando la semilla ha sido plantada, va a ser difícil extraerla, con el tiempo será imposible. Todos tenemos derecho a ponernos necios, mandar todo al carajo un rato e irnos a buscar oro aunque nos quedemos solos.
En gran parte del disco puede encontrarse el afán por mostrarnos la lucha que se da cuando intentamos perseguir lo que queremos, así tenemos a Venir Es Fácil, una canción dedicada a Occupé Bayenga, futbolista congoleño nacionalizado chileno, que nos habla sobre lo que debe ser su vida cumpliendo un objetivo en un país tan distinto al lugar que lo vio nacer, conseguir lo anhelado algunas veces nos puede confinar a la soledad.
Juventud Americana además de dejarme grandes canciones que guardare como tesoros, me provoca reflexiones varias. Ya sabes, todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida el deseo de querer salvar el mundo, vamos, plantar un cambio ante tanta injusticia, a mi me toco en el colegio, eran días en los que me echaba a leer libros que hablaban sobre libertad como si me estuviera entrenando para algo, ahora que lo recuerdo, pienso que esas actitudes fueron cosa de la adolescencia y que solo fue una de tantas etapas, tal vez sea cierto y ya este demasiado mayorcito para retomar algunas de esas ideas pero quizás lo de “mayorcito” solo sea una excusa, una que intenta disimular el que haya cedido ante lo que a todos nos sucede, “La Vida”. Parece que la madurez es por convención la palabra utilizada para describir nuestra resignación hacia ciertos estándares que naturalmente se nos obliga a aceptar como reales.
El tiempo, la aparente comodidad, la falta de empatía y la música anglo me hicieron olvidar ciertas lecciones, esas que hablan de necedad, sueños y un poco de egocentrismo (nunca está de más), esas que en algún momento y sin darnos cuenta desaparecen. Para mí, Juventud Americana es pura motivación, como una conclusión e inicio al mismo tiempo, es como lo que todo joven debe ser, ¡un rebelde!, como dice La Sinceridad del Cosmos, “Ládrale al conducto regular”. Ahora mis ambiciones se han reducido y ya no busco salvar el planeta, por lo menos no al nivel de Punisher o cualquier otro héroe parecido, me conformo con tener en el iPod una canción que me recuerde en los días difíciles y bajo una historia cualquiera la fuerza especial que me ayudara a adquirir otra vez la visión de un hermoso panorama sudamericano en el que todo puede ser posible.
Los años han caído y me han entregado un disco que ha logrado reencontrarme con alguien que ya había olvidado. He vuelto a reseñar un álbum después de muchos meses, es que inevitablemente en algún momento todo empieza a bajar de intensidad, es lo natural pero la inspiración ha vuelto.
La crítica hacia detalles técnicos, el sonido de la banda y demás cuestiones se las dejo a los melómanos especializados, yo solo soy un simple muchacho que tuvo ganas de escribir sobre un buen disco. Aun
¿Disco del año? Probablemente sea mucho más que eso.
Previamente: Como una Fuerza Especial, entrevista a Ases Falsos