Vamos, que es domingo y el Marco melómano ha sido reemplazado por su niño friki interno, tenía otra serie británica en cola para recomendar, pero he cambiado de opinión, todo por la culpa del último capítulo de la primera temporada de Fringe que termine de ver ayer.
¿Pero qué lentejas es Fringe?, si ya la conoces sáltate esto, Fringe es una serie de ciencia ficción de la Fox, estrenada en septiembre del 2008 creada por una de las personas más innovadoras y geniales de esta década, me refiero a J.J. Abrams, de hecho lo conoces por su obra cumbre Lost, aunque haya abandonado la serie en la primera temporada, además también ha sido responsable de la criticada Cloverfield (de haber existido antes de la Coreana The Host hubiese sido perfecta), la entretenida recapitulación de Star Trek y la prometedora serie Fringe, esos son sus proyectos más conocidos.
¿Ahora para que pamplinas ha servido todo este "intro"?, pues para hablar de la única y fascinante constante que enlaza a tres de sus proyectos, tratare de explicarla disimuladamente por si aun no has visto alguna de las series o películas de las que hable anteriormente. J.J. Abrams tiene una fascinación única por los viajes en el tiempo, las 11 dimensiones que nos rodean, las matemáticas pero sobre todo en la línea de realidades alternas que pueden existir a partir de una decisión, que lo que nosotros observamos y denominamos realidad no es lo único que existe, confuso es cierto, pero fascinante a la vez.
Comencemos por Lost (Perdidos) la historia de los tripulantes del vuelo 815 de Oceanic Airlines que caen en una isla llena de facultades increíbles que no parecen de este mundo, donde los muertos no parecen morir en realidad, las madres embarazadas no sobreviven al parto y el destino parece ser la única respuesta ante la desgracia de los perdidos en la isla, aunque es justamente este destino incierto el que vuelve miserable cada una de las vidas de los personajes, hasta que descubren la posibilidad de poder cambiar todo esto, y esa es la duda que cada uno de nosotros se ha planteado en algún momento de su vida, "si tan solo tuviéramos la posibilidad de volver atrás, ¿todo sería distinto?", pero si fuera posible regresar en el tiempo a remediar algo, apareceríamos en un nuevo mundo paralelo siendo felices con nuestro problema resuelto?, esa es la pregunta que se plantea para la sexta y última temporada (2010) de Lost, quizá la mejor serie de ciencia ficción de la historia.
Aunque la respuesta tenga una explicación casi matemática y ya haya sido contada en otra de las entregas de J.J. Abrams, así es este señor friki, creativo y misterioso, como el ya no hay.
Sí, hay segunda parte y tal vez tercera, déjame masticar mis ideas.